El dragón bombero
Había una vez un dragón llamado Fuego que tenía un sueño: quería ser bombero y ayudar a apagar incendios. Le encantaba ver a los bomberos en acción, con sus trajes rojos, sus cascos brillantes y sus mangueras potentes. Admiraba su valentía y su generosidad.
Pero había un problema: Fuego era un dragón y los dragones no podían ser bomberos. Los dragones eran temidos y rechazados por los humanos, que los consideraban monstruos peligrosos y destructores. Además, los dragones tenían el poder de escupir fuego por la boca, lo que no era muy útil para apagar incendios.
Fuego se sentía triste y frustrado. No entendía por qué los humanos le odiaban tanto. Él no era malo ni quería hacer daño a nadie. Solo quería ayudar y hacer el bien. ¿Por qué no podía cumplir su sueño?
Un día, mientras volaba por el cielo, vio una gran columna de humo negro que salía de una casa en llamas. Había un incendio y los bomberos estaban intentando sofocarlo. Fuego sintió una gran emoción y se acercó al lugar.
Al verlo llegar, los bomberos se asustaron y empezaron a gritar. Pensaron que el dragón venía a atacarlos o a avivar el fuego. Le lanzaron chorros de agua y le ordenaron que se fuera. Fuego se sintió herido e incomprendido. No quería pelear ni molestar. Solo quería ayudar.
Fuego tuvo una idea. Recordó que los dragones podían controlar el fuego con su aliento. Podía soplar con fuerza y crear una corriente de aire que alejara el fuego de la casa. Así podría salvar la casa y demostrar a los bomberos que era bueno.
Fuego se colocó frente a la casa en llamas y abrió la boca. En vez de escupir fuego, sopló con todas sus fuerzas. Creó una ráfaga de viento tan fuerte que hizo retroceder el fuego y lo apagó en pocos segundos.
Los bomberos no podían creer lo que veían. El dragón había apagado el incendio con su aliento. Era increíble. Se dieron cuenta de que se habían equivocado con él. El dragón no era un monstruo ni un enemigo. Era un héroe y un amigo.
Los bomberos se acercaron a Fuego y le dieron las gracias por su ayuda. Le pidieron perdón por haberlo juzgado mal y le ofrecieron su amistad. Fuego se sintió feliz y orgulloso. Había cumplido su sueño de ser bombero y de ayudar a apagar incendios.
Fuego se convirtió en el primer dragón bombero de la historia. Desde entonces, colaboró con los bomberos en muchas ocasiones, usando su aliento para controlar el fuego o para rescatar personas atrapadas. Se ganó el respeto y el cariño de todos los humanos, que lo admiraban por su valor y su bondad.
Fuego creció siendo un dragón feliz y útil.