La máquina del tiempo de los amigos

La máquina del tiempo de los amigos

Había una vez cuatro amigos que eran muy curiosos y les encantaba la historia. Se llamaban Ana, Bruno, Carlos y Diana. Un día, encontraron en el desván de la casa de Ana un viejo libro que contenía los planos de una máquina del tiempo. Decidieron construirla con las piezas que tenían a mano: un reloj, una bicicleta, una linterna y una caja de cartón.

Cuando terminaron, se subieron a la máquina y giraron la manecilla del reloj. De repente, se vieron envueltos en un torbellino de colores y sonidos. Al abrir los ojos, se dieron cuenta de que habían viajado al pasado.

  • ¡Increíble! -exclamó Ana-. ¿Dónde estamos?
  • Parece que estamos en el antiguo Egipto -dijo Bruno, señalando las pirámides-.
  • ¡Qué maravilla! -se asombró Carlos-. ¿Podremos ver a los faraones?
  • ¡Y a las momias! -añadió Diana-.

Los cuatro amigos se bajaron de la máquina y empezaron a explorar el lugar. Vieron cómo los egipcios construían las pirámides, cómo adoraban a sus dioses y cómo escribían con jeroglíficos. También se encontraron con algunos animales exóticos, como cocodrilos, camellos y escarabajos.

Pero no todo fue diversión. Un guardia los descubrió y los confundió con espías. Los persiguió por todo el desierto hasta que lograron escapar y volver a la máquina.

  • ¡Uf! -suspiró Ana-. Eso estuvo cerca.
  • Sí -coincidió Bruno-. Mejor vamos a otro sitio.
  • ¿A dónde? -preguntó Carlos-.
  • ¿Qué tal a la Edad Media? -propuso Diana-.

Los cuatro amigos giraron de nuevo la manecilla del reloj y viajaron a otra época. Esta vez, aparecieron en un castillo rodeado de caballeros, princesas y dragones. Se pusieron unos trajes típicos y se mezclaron con la gente. Vieron cómo se celebraba un torneo, cómo se hacía un banquete y cómo se contaban leyendas.

También vivieron algunas aventuras. Ayudaron a un caballero a rescatar a una princesa de un dragón, participaron en una batalla contra unos bandidos y descubrieron un tesoro escondido en una cueva.

Pero no todo fue fácil. Un brujo los descubrió y los acusó de ser brujas. Los llevó ante el rey y pidió que los quemaran en la hoguera. Los amigos tuvieron que usar su ingenio para escapar y correr hacia la máquina.

  • ¡Ay! -se quejó Ana-. Eso fue horrible.
  • Sí -admitió Bruno-. Mejor vamos a otro lado.
  • ¿A dónde? -repitió Carlos-.
  • ¿Qué tal al futuro? -sugirió Diana-.

Los cuatro amigos volvieron a girar la manecilla del reloj y viajaron a otra época. Esta vez, llegaron a una ciudad llena de rascacielos, coches voladores y robots. Se pusieron unos trajes futuristas y se maravillaron con la tecnología. Vieron cómo se comunicaban con hologramas, cómo viajaban al espacio y cómo convivían con los extraterrestres.

También disfrutaron de algunas sorpresas. Probaron unos caramelos que cambiaban de sabor, jugaron con unos juguetes que cobraban vida y visitaron un parque de atracciones donde todo era posible.

Pero no todo fue perfecto. Un villano los descubrió y los secuestró para robarles la máquina. Los encerró en una celda y les quitó el reloj. Los amigos tuvieron que usar su astucia para liberarse y recuperar la máquina.

  • ¡Eh! -protestó Ana-. Eso fue muy injusto.
  • Sí -estuvo de acuerdo Bruno-. Mejor volvamos a casa.
  • ¿A dónde? -insistió Carlos-.
  • ¿Qué tal al presente? -respondió Diana-.

Los cuatro amigos giraron por última vez la manecilla del reloj y viajaron a su época. Aparecieron en el desván de la casa de Ana, donde habían empezado su aventura. Se bajaron de la máquina y se abrazaron.

  • ¡Qué viaje más increíble! -exclamó Ana-. Hemos visto tantas cosas.
  • Sí -confirmó Bruno-. Hemos aprendido tanto.
  • ¿Podremos volver a hacerlo? -preguntó Carlos-.
  • Claro que sí -afirmó Diana-. Pero con cuidado.

Los cuatro amigos guardaron la máquina y el libro en un lugar seguro. Se prometieron que volverían a usarlos cuando tuvieran otra oportunidad. También se dieron cuenta de que habían vivido una gran experiencia juntos. Habían compartido risas, sustos y emociones. Habían demostrado su valentía, su inteligencia y su amistad.

Y esa fue la moraleja de su cuento: que viajar por el tiempo es divertido, pero lo más importante es viajar con los amigos.