Marketing para comprar pensando que haremos a nuestros hijos más listos
Vagabundeando por Amazon he llegado hasta el presente artículo, que evito enlazar e incluir su nombre completo para no granjearme problemas.
El aparato en cuestión, localizable en la susodicha tienda online así como a montones en otras más orientales, es una tableta de dibujo para niños. Todo muy bien y muy bonito para que no gastemos tanto papel ni guarreemos con pinturas ensuciando sofás, suelo, cortinas, paredes y hasta la abuela si te descuidas.
¿Cuál es la mejor forma de promocionarlo? Pues jugar con ese sentimiento oculto de todo padre que soñamos que nuestros hijos llegarán los primeros a Marte, descubrirán la cura contra el Cáncer o erradicarán el hambre de varios países subdesarrollados. Ese orgullo innato de padre o madre que no deja de ser un sueño en el que nuestra descendencia mejorará la «raza» y será mejor que nosotros. ¿Para qué comprárselo para que dibujen rayas, círculos, monigotes o, para los más artistas, a la familia al completo?
No, ahora que vemos estas ecuaciones, gráfica perfecta y cómo calcular el área del círculo, a tomar por c*ulo y, ¡dale! ¡Quiero la tableta más grande para que mi hijo o hija sea el más inteligente de educación infantil!
</ironia>