Mis aventuras en Taxi
En los últimos años, por motivos de trabajo, he tenido que hacer bastante uso del Taxi. En mis viajes en Taxi he aprendido unas cuantas cosas y se han dado situaciones a veces un poco dispares.
Aquí tenéis los casos que más recuerdo (casos reales):
LA MODELO. Hace cosa de unas 2 semanas pedí por teléfono un taxi y cuál fue mi sorpresa cuando al asomarme por la ventanilla para confirmar que lo había pedido yo, me encontré con un rostro angelical. Se trataba de una mujer taxista que fácilmente habría podido trabajar de modelo. Rubia, cuerpo perfecto y muy simpática. No conducía mal, aunque no sabía dónde estaba mi destino (que es un lugar muy conocido por los taxistas). Por si fuera poco, daba bastante tema de conversación y se quejó mucho de las operadoras telefónicas de la empresa de taxis en la que trabaja. Posiblemente la taxista más guapa del mundo.
EL AGONIZANTE. El taxista era un señor mayor. En seguida me di cuenta que se distraía mucho al volante y más de una vez tenía que avisarle de cosas. ¡Qué miedo pasé! El colmo del viaje fue que se quedó dormido en un semáforo. Lo mejor de todo fue que cuando llegamos al destino, el pobre hombre se dio cuenta de que no había activado el taxímetro. De buena fe le pagué la misma cantidad que conservaba en un ticket del mismo trayecto de otro día.
EL NOVATO: un taxista sin emisora, sin móvil, sin GPS que al parecer llevaba poco en el trabajo. No sabía dónde estaban las oficinas de la Mutua Balear pese a mis indicaciones y tuvo que parar el taxi para consultarlo en un callejero (formato papel). Ese día llegué tarde.
EL PILOTO: un chico joven que me llevó a mi destino en la mitad de tiempo y casi taquicárdico. Conducción temeraria y muy muy rápido por dentro de ciudad. Tras repetirle varias veces que fuera más despacio le tuve que amenazar que o conducía de una forma más calmada o me bajaba allí mismo sin pagar.
EL CHULITO: según convenio los taxistas están obligados a poder dar cambio en efectivo hasta un determinado tipo de billete. Entre otros, están obligados a llevar cambio de 20 €. En mi empresa me dieron 20 € para hacer el trayecto y poder visitar a un cliente. Cuando llegamos al destino el taxista me dijo que no llevaba cambio. Le dije que entonces me esperara a visitar el cliente y así volveríamos juntos. Se negó. Le dije que yo sabía por otros taxistas que tenía que llevar cambio, que si quería que fuera a buscar cambio mientras yo visitaba a mi cliente. El tío estaba totalmente indignado, cabreado y me hablaba de forma muy maleducada. Finalmente, debido a que llevaba prisas, me bajé frente a una tienda de Fotografía donde amablemente me dieron cambio. Le pagué y me fui.
LA INFORMADORA: una señora que me explicó cómo funcionaba el taxímetro y cómo gestionaban los trayectos con las operadoras.
EL PADRE ORGULLOSO: esta misma semana un taxista me dijo que me parecía a su hijo. Me dijo que este era músico, me sacó de la guantera las cajas de sus CDs de música y me los puso en el reproductor de CDs del taxi.
LA MUJER AL VOLANTE: al parecer tenía algo que demostrar y se pasó todo el trayecto hablándome de que si las mujeres no eran malas al volante, etc. No abrí la boca en todo el trayecto.
SUPLEMENTOS: un taxista que se pasó todo el trayecto explicándome cómo funcionaban los suplementos en los taxis. Me informó sobre qué tengo que tener cuidado para que no me cobren sin darme cuenta suplementos que no tengo que pagar (maletas, etc…).
MR. FRÍO: un hombre que en pleno invierno llevaba las ventanillas bajadas.
DE PELÍCULA: bueno, esta aventura es un tanto peculiar, ya que se trata de un «Taxi» que cogí en Lúxor (Egipto). Se trataba de una furgoneta sin puertas en la que se iba subiendo gente y le dabas lo que querías al conductor. Una locura la conducción en dicho país, donde no hay más norma de circulación que el claxon.
Ahora mismo no recuerdo más peripecias. Si me acuerdo de alguna más actualizo esta noticia 🙂