El armario mágico
Había una vez un niño llamado Leo que se aburría mucho en su casa. Sus padres trabajaban todo el día y él se quedaba solo con su abuela, que siempre estaba durmiendo o viendo la tele. Leo no tenía amigos en el barrio y tampoco le gustaba jugar con los juguetes que tenía en su habitación.
Un día, mientras exploraba la casa en busca de algo divertido, encontró un armario viejo y polvoriento en el desván. Le llamó la atención su aspecto antiguo y sus adornos de madera tallada. Decidió abrirlo para ver qué había dentro.
Para su sorpresa, el armario no tenía ropa ni objetos, sino una puerta que conducía a otro lugar. Leo sintió curiosidad y se atrevió a cruzarla. Al hacerlo, se encontró en un mundo maravilloso, lleno de colores, flores, animales y seres fantásticos.
Leo no podía creer lo que veía. Era como estar dentro de un cuento de hadas. Se sintió feliz y emocionado. Empezó a caminar por el bosque mágico, admirando todo lo que le rodeaba. Pronto se hizo amigo de un unicornio blanco, una hada azul y un duende verde. Juntos vivieron muchas aventuras y se divirtieron mucho.
Leo descubrió que el armario era una puerta mágica que solo se abría cuando él quería. Podía ir al mundo mágico cuando le apeteciera y volver a su casa cuando lo necesitara. Así pasó muchos días felices, sin aburrirse nunca más.
Leo también aprendió muchas cosas del mundo mágico y de sus habitantes. Aprendió a respetar la naturaleza, a valorar la amistad, a usar la imaginación y a ser más valiente. Leo creció siendo un niño feliz y aventurero.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.