El bosque encantado
Había una vez un niño llamado Alex, quien amaba la naturaleza y siempre estaba explorando los bosques cercanos a su casa. Un día, mientras caminaba por el bosque, encontró un camino que nunca había visto antes y decidió seguirlo. Sin darse cuenta, se adentró en un bosque mágico, donde los árboles eran más altos, las flores más brillantes y las criaturas más extrañas.
Alex se maravilló con todo lo que veía y continuó caminando, pero pronto se dio cuenta de que se había perdido. No sabía cómo volver a casa y se asustó mucho. Fue entonces cuando encontró a una criatura mágica, un unicornio con un pelaje blanco y dorado y un cuerno brillante.
El unicornio se acercó a Alex y le preguntó qué estaba haciendo allí solo. Alex explicó que se había perdido y no sabía cómo volver a casa. El unicornio le ofreció su ayuda y juntos emprendieron el camino de regreso a casa.
Durante el camino, el unicornio le mostró a Alex algunos lugares mágicos del bosque, como una cascada que brillaba como diamantes y una cueva con cristales brillantes. Alex se sorprendió con cada nueva maravilla que veía, pero también se preocupaba por no poder regresar a casa.
Finalmente, después de un largo camino, Alex y el unicornio llegaron a la entrada del bosque mágico. Alex estaba muy agradecido por la ayuda del unicornio y se despidió de él con tristeza. Pero antes de irse, el unicornio le entregó una pluma dorada y le dijo que si volvía a estar perdido, solo tenía que pedir su ayuda.
Alex se fue a casa, feliz de estar de vuelta con su familia y amigos. Sin embargo, nunca olvidó la maravillosa aventura que había vivido en el bosque encantado, y cada vez que se sentía solo o perdido, pedía la ayuda del unicornio. A partir de ese día, Alex sabía que nunca estaría solo y que siempre tendría un amigo mágico para guiarlo.